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miércoles, 14 de febrero de 2018

JUDAISMO Y MASONERÍA 2 de 2

JUDAISMO Y MASONERÍA 2 de 2

El Padre Werchobsky había nacido en San Petersburgo, Rusia, el 23 de octubre de 1888. Y una vez que regresaba de San Petersburgo, trajo varios manuscritos que pidió traducir al ruso. La traducción fue hecha por la mujer de Butmi y la madre del Padre Werchobsky. Esta fue la traducción que apareció luego bajo el nombre Los Protocolos de los Sabios de Sión. En su declaración jurada, el Padre Werchobsky declaraba que Los Protocolos de los Sabios de Sión eran un fraude y una falsificación, y que le entregaba esa declaración (a Livingston) solamente en aras de la verdad. También agregó que conoció personalmente a varios de los implicados en la publicación. Y como dijimos que era bien sabido que el Conde Witte quería mejorar las condiciones de vida de los judíos en Rusia, y que proponía cancelar ciertas leyes represivas. La publicación de los Protocolos fue empleada para socavar su influencia sobre el Zar y la familia real.

El Sr. Lucien Wolf, en su artículo "Las Tonterías de Nilus", resumió las explicaciones ofrecidas por Nilus sobre el origen del documento publicado como los Protocolos:

"Según una explicación, los Protocolos los obtuvo de un difunto amigo, quien los había recibido de una mujer, asimismo fallecida, quien los robó de uno de los líderes más influyentes y elevados de la Francmasonería ... . De acuerdo a la otra no hubo una mujer intermediaria, y ningún robo a un Francmasón francés, sino que todo el asunto fue ejecutado por al difunto amigo por sí sólo, quien hizo una búsqueda en las Oficinas Centrales de la Sociedad de Sión en Francia ... . En la tercera edición aumentada de su obra, publicada en 1911, ... nos cuenta que los documentos no llegaron de Francia, sino de Suiza, que no eran judeo-masónicos, sino Sionistas, y que eran los protocolos secretos del Congreso Sionista reunido en Basilea en 1897." 

De todos estos testimonios, la conclusión más verosímil es que los Protocolos en su versión francesa fueron preparados por los agentes de la Okrana en París, quienes le entregaron el manuscrito a Butmi y éste a su vez se lo entregó a Nilus, cuya condición de monje le daría más prestigio a la publicación. 

Aunque los líderes rusos ilustrados no creían realmente en la veracidad de los Protocolos, les resultaban útiles para fomentar el odio a los judíos.

Hay que aclarar que el movimiento sionista fundado por Herzl y unos pocos simpatizantes, era simplemente un llamado al pueblo judío a retornar a su patria ancestral, Judea (luego llamada Palestina por los romanos), que a fines del siglo XIX formaba aún parte del imperio Otomano. El objetivo principal era solucionar el "problema judío" de los países europeos, especialmente, mediante la emigración de los judíos. En Palestina, los judíos volverían a ocuparse de la agricultura, la construcción y otras actividades que les habían estado vedadas por cientos de años en sus lugares de dispersión. La palabra "Sionismo" fue acuñada por el periodista Nathan Birnbaum, quien la usó en su revista Autoemancipación el 1° de abril de 1890.

El primer Congreso Sionista mundial tuvo lugar en la ciudad suiza de Basilea, los días 29, 30 y 31 de agosto de 1897. Las deliberaciones tuvieron lugar en el Casino Municipal de Basilea.

Las verdaderas resoluciones del Primer Congreso Sionista fueron la creación de un organismo (la Organización Sionista Mundial) para llevar a la práctica el programa sionista, el planteamiento de la creación de un Fondo Nacional para comprar tierras en Palestina, desecar los pantanos, construir caminos y plantar bosques, y la decisión de seguir reuniéndose en forma periódica en Congresos Sionistas que constituirían la autoridad máxima del movimiento Sionista.

En 1921, un miembro de la redacción del diario Times de Londres, Philip Graves, quien se encontraba entonces en Constantinopla (Istanbul), encontró una copia gastada de un libro en francés titulado Diálogos en los Infiernos entre Maquiavelo y Montesquieu, o la Política de Maquiavelo en el siglo XIX. El autor era anónimo ("Por un Contemporáneo") y la impresión fue hecha en la imprenta de A. Mertens e Hijos en Bruselas, en 1864. El libro -como descubrieron rápidamente los miembros de la redacción del Times- había sido escrito en 1858 por Maurice Joly, un abogado francés. En su novela, en forma de un diálogo de ultratumba entre Montesquieu y Maquiavelo, Joly atacaba a Napoleón III. El resultado fue que Joly fue encerrado en prisión por quince meses.

Graves se dio cuenta inmediatamente del parecido extraordinario entre estos Diálogos y los Protocolos de Nilus. Había párrafos enteros que habían sido copiados literalmente, mutatis mutandis por el cambio entre diálogo y monólogo.

Graves había hecho un descubrimiento de la mayor importancia. En tres largos artículos publicados en el Times de Londres de los días 16, 17 y 18 de agosto de 1921, reveló la verdad sobre la falsedad de los Protocolos. Graves demostró que Nilus había simplemente plagiado los Diálogos de Joly, cambiando el original y agregando material (en parte copiado de Goedsche) para servir a sus propósitos.

Posteriormente se publicaron muchas revelaciones respecto al documento fraudulento. En 1933 se publicó una comparación párrafo por párrafo de los textos de Joly y de Nilus, demostrando su parecido o identidad. Otra comparación aparece en el apéndice del libro Questions and Answers Concerning the Jew (Preguntas y respuestas respecto a los judíos), publicado por la Liga Contra la Difamación de la Bené Berit. En el libro ya antes citado del Profesor Ferrer Benimeli, hay una comparación de párrafos selectos, que ocupa 8 páginas (pp. 157-164), demostrando el paralelismo entre ambos textos.

Una de las revelaciones de la absoluta falsedad de los Protocolos fue escrita por el R.P. Pierre Charles, S.J. y publicada en la Nouvelle Revue Théologique de Bélgica en enero de 1938. 

Un pequeño detalle grotesco en Los Protocolos, es la cita en Latín -la única en los Protocolos: Per me reges regnant. (Por mí reinan los reyes). Esta es una cita del libro de los Proverbios, 8, 15, en su traducción católica (la Vulgata). Es inconcebible que en el Congreso de Basilea, donde muchos si no todos los participantes hablaban o entendían el hebreo, hubieran usado una traducción católica de la Biblia, en vez del original hebreo: Bi Melajim Imlejú.

El ataque a la Masonería contenido en la obra de Nilus aparece al pasar en muchos párrafos del libro. Por ejemplo, en el Protocolo No. 11: "Esto es lo que ha servido de base para nuestra organización de UNA MASONERIA SECRETA DESCONOCIDA POR ESTE GANADO "GENTIL", Y CUYOS OBJETIVOS NI SIQUIERA LOS SOSPECHA, ATRAIDO POR NOSOTROS AL EJERCITO TEATRAL DE LOGIAS MASONICAS PARA ECHAR TIERRA EN LOS OJOS DE SUS MIEMBROS."

El Protocolo No. 15 es quizás el más interesante del punto de vista masónico, conteniendo frases como "crearemos y multiplicaremos logias masónicas libres [evidentemente, Joly no entendía el nombre Francmasón] en todos los países del mundo. ... Pondremos todas estas logias bajo una administración central, conocida sólo por nosotros. ... Entre los miembros de estas logias estarán casi todos los agentes policiales internacionales y nacionales."

En fin, los tribunales han dictaminado más de una vez que los Protocolos son una falsedad y un plagio. Por ejemplo, en mayo de 1935, un juez suizo en Berna, juzgando una persona acusada de distribuir literatura sediciosa, declaró: "Considero que los Protocolos son una falsificación, un plagio y una tontería". Sin embargo, la propaganda Nazi hizo enérgico uso de los Protocolos para justificar sus políticas racistas y su reimpresión y distribución.

En los Estados Unidos los Protocolos obtuvieron el apoyo de un importante "creyente", el industrial automovilístico Henry Ford. No conocemos la razón para el antisemitismo de Ford, pero el hecho es que no sólo financió de su bolsillo varias ediciones del libro, sino que creó una revista (The Dearborn Independent) especialmente para denunciar el peligro judío. Eventualmente, Ford reunió sus artículos antisemitas en un libro que tituló El Judío Internacional. El libro fue rápidamente traducido al alemán por Théodor Fritsch y en 1922 ya había alcanzado 22 ediciones. Tanto el libro de Ford como los Protocolos se convirtieron en elementos indispensables en la propaganda antisemita de los Nazis.

Los Protocolos se siguen publicando, como si nada hubiera pasado.

Herbert Oré.

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